Ciudad del Vaticano.- Tras el lamentable deceso del Papa Francisco, se ha avivado el debate en torno a las enigmáticas profecías de Michel de Nostradamus, especialmente aquella que menciona la llegada del denominado “Papa negro”, una figura enigmática que, según ciertas interpretaciones, marcaría un punto de inflexión para la Iglesia Católica y el mundo. Entre
Ciudad del Vaticano.- Tras el lamentable deceso del Papa Francisco, se ha avivado el debate en torno a las enigmáticas profecías de Michel de Nostradamus, especialmente aquella que menciona la llegada del denominado “Papa negro”, una figura enigmática que, según ciertas interpretaciones, marcaría un punto de inflexión para la Iglesia Católica y el mundo.
Entre las diversas interpretaciones, destaca la idea de que el “Papa negro” podría ser un líder de origen africano, lo cual ha puesto en foco a destacados cardenales como Peter Turkson (de Ghana) y Robert Sarah (de Guinea), reconocidos por su amplia experiencia y trayectoria en el seno del Vaticano.
Sin embargo, otra teoría plantea que la profecía no hace referencia al color de piel, sino a un líder jesuita, dado que los miembros de esta orden religiosa visten de negro y el Superior General de la Compañía de Jesús es comúnmente conocido como el “Papa negro”. Bajo esta premisa, muchos consideran que el propio Papa Francisco, primer pontífice jesuita de la historia, ya habría cumplido dicha predicción.
Además de Nostradamus, se ha mencionado la lista de papas elaborada por San Malaquías, un monje irlandés del siglo XII, quien profetizó sobre 112 pontífices. El último en la lista es “Pedro el Romano”, descrito como el Papa que gobernaría en tiempos de dificultad extrema y sería testigo del ocaso de Roma y de la Iglesia.
Aunque estas teorías son recibidas con escepticismo por parte de teólogos y no forman parte de la enseñanza oficial de la Iglesia, la coincidencia de fechas, símbolos y nombres ha avivado el interés del público en estas enigmáticas profecías. Mientras el Vaticano se prepara para un nuevo cónclave, la incógnita persiste: ¿será el próximo líder católico una elección más… o la materialización de una antigua visión del porvenir?
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